Bienvenidos

Bienvenidos al blog de la red universitaria de solidaridad de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Mesa Redonda “El Foro Social Mundial de Dakar: El otro mundo posible”

El próximo jueves, día 10 de febrero, de las 18 a las 20 h, en el Aula 20 del Edificio de Humanidades de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, sito en la Plaza de la Constitución (el Obelisco), se celebrará la Mesa Redonda “El Foro Social Mundial de Dakar: El otro mundo posible”, como reflejo del evento internacional que en estos días se está llevando a cabo en la capital de Senegal.
Intervendrán el economista Miguel Angel Suarez del Gabinete Técnico de Estudios Económicos de UGT, el profesor Agustín Ortega del Centro Loyola, el historiador Francisco Morote de ATTAC y como moderador el filósofo Xavier Aparici de Redes Ciudadanas de Solidaridad.
En Dakar, el pasado domingo, en la marcha inaugural del Foro, decenas de miles de personas reclamaron "un mundo sin violencia, más justo y equitativo”. Y en estos días, en que se están realizando múltiples encuentros y actividades, se está volviendo a crear la ocasión para que “El Foro Social Mundial (sea) un espacio abierto de encuentro para: (…) realizar un debate democrático de ideas (…) y articular acciones eficaces por parte de las entidades y los movimientos de la sociedad civil que se opongan al neoliberalismo y al dominio del mundo por el capital o por cualquier forma de imperialismo (…), empeñados en la construcción de una sociedad planetaria orientada hacia una relación fecunda entre los seres humanos y de estos con la Tierra. [Artículo 1 de la Carta de Principios del Foro Social Mundial].
Este acto, promocionado por la Red Universitaria de Solidaridad (RedUS), Otra Canarias es Posible y la Plataforma Canaria por la Solidaridad y la Sostenibilidad (Plataforma CASS), se enmarca dentro de los objetivos del Programa de Educación para el Desarrollo y Sensibilización Social (PUEDySS) que gestiona el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales e Institucionales de la ULPGC.

jueves, 21 de octubre de 2010

Jovenes Solidarios

Gente joven trabajando por un mundo mejor.

http://www.projects.aegee.org/beyondeurope/?page_id=6

MIL MILLONES DE HAMBRIENTOS: CLAVES, CAUSAS Y NOMBRES PROPIOS DE UN DRAMA PLANETARIO

De 20 minutos.es. "Se puede derrotar el hambre, pero sólo cuando el mundo se tome el hambre en serio". Son palabras de Josette Sheeran, directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, tras informar, esta misma semana, de que ya hay mil millones de hambrientos en todo el planeta (aproximadamente uno de cada seis habitantes del mundo, o más de 20 veces la población total de España). Es la cifra más alta de la historia.
La crisis financiera internacional ha llevado y está llevando pobreza y paro a muchas personas en el primer mundo, pero, según advierte el PMA, está resultando especialmente devastadora en el tercero, víctima principal, además, del encarecimiento de los alimentos en estos últimos años. La ayuda humanitaria, mientras tanto, se encuentra en mínimos históricos.
El problema, advirtió Sheeran, supone "una receta para el desastre y una amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad en muchos lugares del mundo”. "Muchas personas se despiertan y no tienen ni una taza de comida", resumió.
¿Cuáles son las causas del hambre? ¿Quiénes la sufren y dónde? ¿Qué estamos haciendo para combatirla? ¿Cuánta ayuda se da y cuánta haría falta? ¿Qué perspectivas de futuro hay? Las claves, junto a los testimonios de las víctimas.
UNA DEFINICIÓN DEL HAMBRE
El Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo define el hambre como una situación de subconsumo alimentario o desnutrición, habitualmente crónica.
Añade que el hambre puede presentar diferentes formas y niveles de gravedad. En algunos casos se trata de una desnutrición moderada y crónica, que afecta a amplios colectivos desfavorecidos; en otros, particularmente durante las hambrunas, se trata de un hambre aguda que puede desembocar en la muerte.
El hambre endémica, por su carácter cotidiano y persistente, no recibe en la agenda internacional y en los medios de comunicación la atención que suelen obtener las hambrunas, procesos particularmente virulentos en periodos determinados.
COLAPSO TOTAL
El hambre como problema cotidiano es mucho más que un estómago vacío. Las víctimas de lo que la ONU entiende como hambre sobreviven durante semanas, e incluso meses, con menos de las 2.100 calorías que una persona media necesita al día para llevar una vida saludable. Ello implica, entre otros efectos:
Pérdida general de energía, con la consiguiente reducción de la actividad física.
Reducción de la actividad mental y de la capacidad de concentración.
Pérdida de iniciativa: Un niño hambriento pierde el deseo de jugar o estudiar.
Debilidad del sistema inmunitario, con el consiguiente aumento de la mortalidad por infecciones comunes (diarreas, por ejemplo), especialmente en los niños (cada año mueren cerca de 11 millones antes de los 5 años, y la malnutrición está directamente asociada con el 53% de estas muertes, según datos de The American Journal of Clinical Nutrition).
Angustia psicológica ante la imposibilidad de encontrar alimento en el futuro.
LA PEOR ‘ENFERMEDAD’
El número de personas cuya salud está amenazada por el hambre es mayor que el de todas las que sufren sida, malaria y tuberculosis juntas.
HACIA ATRÁS
La lucha contra el hambre en el mundo parecía estar avanzando al fin en el último cuarto del siglo pasado. Entre 1970 y 1997, según datos del Programa Mundial de Alimentos, el número de hambrientos bajó de 959 millones a 791 millones, principalmente debido a los avances conseguidos en este sentido en gigantes de población como China e India.
A partir de mediados de los noventa, sin embargo, la tendencia se invirtió, y la cifra de hambrientos en los países en desarrollo comenzó a incrementarse a razón de más de un millón por año, acelerándose después hasta el número actual de 1.000 millones, el más alto de la historia.
LAS CAUSAS COYUNTURALES: “DOS TORMENTAS JUNTAS”
La vulnerabilidad de las personas que pasan hambre en el mundo se ha agravado en estos últimos años debido, en palabras de la directora del PMA, Josette Sheeran, a “dos tormentas que han coincidido y están golpeando: la crisis financiera internacional y el encarecimiento de los alimentos”.
La primera se ha llevado por delante cientos de empresas y bancos, ha reducido los créditos, ha aumentado el paro y la pobreza, y ha hecho a los gobiernos del primer mundo adoptar medidas drásticas de ajuste presupuestario.
La segunda, fruto del desorbitado aumento del precio del petróleo en 2007 y 2008 (con el polémico uso del biodiesel de fondo), del incremento de la demanda en algunos países, de políticas agrarias y comerciales restrictivas, y del cambio climático, entre otros factores, llegó a disparar los precios de los cereales hasta en un 40%.
En cualquier caso, y según explica Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, "hay dos tipos de hambre: la coyuntural y la estructural. La coyuntural es la hambruna a la que estamos acostumbrados en Darfur, Etiopía o en periodos de guerra, y es fruto del hundimiento de una economía. Este hambre causa el 5% de víctimas. El hambre estructural está implícita en las estructuras del subdesarrollo. Causa el 95% de las muertes y es el hambre que realmente pide a gritos la intervención de la comunidad internacional".
LAS CAUSAS ESTRUCTURALES
¿Cuáles son las causas profundas del hambre? ¿Cómo es posible que, en un planeta cuyos recursos agrícolas serían suficientes para alimentar a 12.000 millones de personas -el doble de la población mundial-, uno de cada seis seres humanos no tenga para comer? Desde los años 70 la producción de cereales se ha triplicado, mientras que la población mundial sólo se ha duplicado...
Las razones son muchas, son complejas, y no hay unanimidad al respecto. En un extremo se encuentran los que culpan del hambre exclusivamente a los desastres de la naturaleza y a la ineptitud de los gobiernos afectados; en el otro, los que colocan la responsabilidad total en el sistema capitalista, las multinacionales y los intereses de los grandes de bancos.
Como suele suceder, la respuesta se acercaría más a una combinación de todos estos factores. Hay sequías y también hay explotación financiera. Hay ineficacia política y también intereses y leyes de mercado que evitan el desarrollo de las economías locales. Hay superpoblación y también faltan manos en muchos lugares del mundo.
CONCRETANDO
El Programa Mundial de Alimentos pone el acento en las siguientes causas del hambre:
Desastres naturales. Inundaciones, sequías prolongadas... Actualmente, la sequía es la causa directa del hambre más importante, con crisis humanitarias graves desde 2006 en Etiopía, Somalia o Kenia.
El PMA señala, no obstante, que el cambio climático está agravando condiciones ya de por sí adversas, particularmente en el Cuerno de África y en países centroamericanos como Guatemala. En este sentido, la ONG Oxfam presentó este verano un informe basado en entrevistas a agricultores de 15 países. En ellas se refleja cómo están cambiando ciclos meteorológicos que antes eran estables, y cómo cada vez llueve menos.
Guerra. Desde 1992, el porcentaje de crisis por hambre atribuibles a causas exclusivamente humanas ha pasado de un 15% a un 35%. Y la gran mayoría de estas "causas humanas" tienen forma de conflictos bélicos. El caso de Darfur es uno de los más evidentes en la actualidad.
Por otro lado, la ONU ha denunciado en reiteradas ocasiones el uso del hambre como arma contra el enemigo (destrucción de cosechas y mercados locales, contaminación o minado de pozos de agua, granjeros obligados a abandonar sus propiedades...).
En países con semejantes condiciones climáticas, la guerra marca la diferencia: En las naciones castigadas por los conflictos de África central, la proporción de hambrientos creció en los años noventa del 53 al 58%. En Malawi o Ghana, más pacíficos, la malnutrición se redujo en esos mismos años.
Pobreza. El PMA destaca que en los países en desarrollo los granjeros no tienen a menudo el dinero necesario para comprar las semillas o herramientas que necesitan para cultivar. Otros carecen de tierras, de agua o de la educación necesaria: "Los pobres están hambrientos, y el hambre les hace aún más pobres".
Infraestructura agrícola. La falta de carreteras adecuadas y de sistemas de almacenaje e irrigación se traduce en encarecimiento del transporte, problemas de distribución y escasez de agua. A pesar de que la mayoría de los países en desarrollo dependen de la agricultura, sus gobiernos otorgan más énfasis, en muchos casos, al desarrollo urbano.
Sobreexplotación. Malas prácticas de cultivo, deforestación... Las tierras fértiles van acusando cada vez más problemas de erosión, salinificación y desertificación.
"LA MENTIRA NEOLIBERAL"
Para el relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, sin embargo, todos estos factores palidecen ante la causa principal: el actual sistema económico neoliberal: "Ideologías mentirosas como el neoliberalismo -señala - suponen hoy en día la legitimación del gran capital internacional y de muchos de los gobiernos más poderosos del mundo. Nos dicen que no podemos hacer nada contra la mano invisible del mercado, que las leyes económicas son como las astronómicas, inmutables, y que pueblos enteros simplemente quedan excluidos del desarrollo... Y, mientras, el precio de los alimentos se fija en las grandes bolsas especulativas".
"El comercio mundial de los cereales -continúa Ziegler- está dominado por siete grandes bancos. Las 500 multinacionales más grandes del mundo, cuyo objetivo no es la distribución de la riqueza, sino la obtención de beneficios, controlan más del 50% del producto bruto mundial. No existe la fatalidad".
MITOS SOBRE EL HAMBRE
En el libro Hambre en el mundo: 12 mitos, Frances Moore, Joseph Collins, Peter Rosset y Luis Esparza señalan como falacias varias de las afirmaciones que se tiende a dar por sentadas con respecto al problema del hambre. Éstas son algunas de ellas, y los argumentos de los autores:
No hay alimentos para todos. Falso: Se produce suficiente trigo, arroz y otros granos como para proveer a cada ser humano de 3.500 calorías al día.
La culpa es de la naturaleza. Falso: El problema es la miseria en la que viven las poblaciones golpeadas por los desastres naturales. Los mismos fenómenos meteorológicos tienen efectos muchos menores en el primer mundo.
Hay demasiada gente. Falso: Por cada país densamente poblado y con problemas de hambre como Bangladesh, hay países como Nigeria o Bolivia, donde abundantes recursos alimentarios coexisten con el hambre. Además, el rápido crecimiento de la población y del hambre son endémicos en las sociedades donde la propiedad de la tierra, el trabajo, la educación y el cuidado de los ancianos están fuera del alcance de la mayoría.
Hay que elegir entre el hambre y el medio ambiente. Falso: La mayoría de los pesticidas usados en el Tercer Mundo son aplicados a los cultivos de exportación, que juegan un papel muy pequeño en la alimentación de los hambrientos. Alternativas ecológicas como los cultivos orgánicos o la agricultura sostenible siguen siendo minoritarias.
EN NÚMEROS ROJOS
Paralelamente al incremento del número de hambrientos, el Programa Mundial de Alimentos afronta, según indicó Sheeran, "un grave déficit presupuestario". Este año sólo ha recibido 1.779 millones de euros de los 4.585 millones que son necesarios para dar de comer a 108 millones de personas en 74 países.
Sobre el terreno, esa falta de fondos se traduce en recortes importantes de programas que se están desarrollando actualmente en países como Guatemala, Kenia y Bangladesh.
La directora del PMA remarcó que, con "menos del 1%" de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver la calamidad de millones de personas que son víctimas de la hambruna.
Sheeran hizo un "llamamiento urgente" al G-8 y al G-20 para que atajen un problema que necesita algo más que "soluciones a largo plazo".
El pasado mes de enero, el Gobierno español anunció una aportación de 1.000 millones de euros durante los próximos cinco años para luchar contra el hambre y promover una agricultura sostenible en los países afectados. En julio añadió otros 500 millones a esa cantidad.
LAS CIFRAS DEL HAMBRE
Mil millones de personas padecen hambre en el mundo, pese a que el derecho a la alimentación figura en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Según la ONU, el 95% de los desnutridos vive en los países en desarrollo.
En la Cumbre de la Alimentación en 1996, los países del Fondo para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO) se propusieron reducir a la mitad hasta 2015 el número de hambrientos, que entonces eran 800 millones. Para alcanzar esa meta habría que lograr que 30 millones de personas dejasen de pasar hambre cada año.
Cada día mueren 24.000 personas de hambre y 100.000 por causas relacionadas con la desnutrición, lo que supone 35 millones de muertes al año, según Jean Ziegler.
El hambre se ha agravado principalmente en el África subsahariana, donde 45 millones de personas se han incorporado a las víctimas de la malnutrición crónica en los últimos 15 años, llegando a sumar 220 millones, un tercio de la población continental (los datos son de 2007).
Campesinos, ganaderos, granjeros, mujeres y niños son los principales afectados.
LA GEOGRAFÍA DEL HAMBRE
Treinta y tres países padecen niveles alarmantes de hambre, según el Índice Global del Hambre 2008, del Instituto Internacional para la Investigación en Políticas Alimentarias (IFPRI). El peor situado es la República Democrática del Congo, seguido de Eritrea, Burundi, Níger, Sierra Leona, Liberia y Etiopía.
Para confeccionar el ranking, el IFPRI analizó 88 países de Asia, África y Latinoamérica (excluidos Irak, Somalia y Afganistán por falta de datos). Se aplicaron tres indicadores: la tasa de desnutrición infantil, la mortalidad infantil y la proporción de población con deficiencias calóricas.
El Índice no incluye los efectos de la actual crisis financiera mundial y su repercusión en el precio de los alimentos, pero indica los países más vulnerables como importadores netos de grano.
Por áreas geográficas, el 62% de la población desnutrida vive en Asia y en el área del Pacífico; el 24% corresponde al África subsahariana y el 53% están Latinoamérica y el Caribe. El resto, en Oriente Próximo y el norte de África.
LAS ZONAS CRÍTICAS
Desde 1990 algunas regiones han progresado en seguridad alimenticia, como el sureste asiático, Latinoamérica y el Caribe, Oriente Próximo y el norte de África. Pero los avances en el África subsahariana han sido mínimos.
En el sur de Asia, sigue prevaleciendo la malnutrición en niños menores de cinco años, debido a la situación de desigualdad de las mujeres (nutricional y educacional), la escasez de programas de alimentación y salud, y de acceso al agua, informa Efe.
El África subsahariana continúa lastrada por una elevada tasa de mortalidad infantil y de población desnutrida. A la ineficacia gubernamental y los conflictos armados, se añaden las altas tasas de sida.
EL DINERO QUE HACE FALTA
El IFPRI calcula en 14.000 millones de dólares anuales las necesidades de inversión pública a nivel mundial para superar la crisis alimenticia y conseguir los Objetivos del Milenio de la ONU de reducir a la mitad la pobreza en el mundo en 2015.
LOS OBJETIVOS DEL MILENIO
En 1996, en la Cumbre de la Alimentación de la FAO, se adoptó la Declaración de Roma, que compromete a la comunidad internacional a rebajar para 2015 a 400 millones el número de hambrientos en el mundo.
En septiembre de 2000, en la histórica Cumbre del Milenio de la ONU, se aprobaron metas concretas para reducir a la mitad la extrema pobreza para 2015. Pero para alcanzar los "objetivos del Milenio" las economías de los países en desarrollo deberían crecer un mínimo del 3% anual, y entre 2001 y 2003 crecieron sólo el 1,6%.
Algunos países han cumplido el compromiso de dedicar el 0,7% de su PNB a ayuda directa al desarrollo y otros han fijado plazos para ello. El Banco Mundial estima que la meta de 2015 no se alcanzará si su costo global, que actualmente es de 50.000 millones de dólares, no se duplica.
NO SÓLO DINERO
Pero la guerra contra el hambre no podrá ganarse sólo con recursos económicos. ONG como Manos Unidas, Acción contra el Hambre y muchas otras llevan años ofreciendo propuestas. Éstas son, en resumen, las de Oxfam:
Los gobiernos de los países en desarrollo deben:
Asegurar que las comunidades afectadas tienen acceso a los ingresos y al alimento a través de medidas de protección social.
Utilizar reservas para abastecer a las poblaciones afectadas por la crisis, reducir la volatilidad de los mercados de alimentos y asegurar que las políticas fiscales y arancelarias mejoran el acceso al alimento.
Ofrecer un espacio adecuado para que las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado puedan jugar un papel activo (participación en la distribución de la ayuda, establecimiento de un plan de seguros y créditos, etc).
Realizar políticas en coordinación con todos los ministerios relevantes, las agencias internacionales y los grupos de la sociedad civil.
Los donantes y las organizaciones internacionales deben:
Proporcionar asistencia técnica y financiera a los estados afectados, invirtiendo en las capacidades nacionales para lograr una capacidad de respuesta duradera al hambre y apoyando las iniciativas regionales.
Aumentar la financiación para las transferencias de efectivo a las familias más necesitadas y reducir el énfasis en ayuda alimentaria en especie.
Reformar la Convención de Ayuda Alimentaria, que recibe compromisos anuales de ayuda alimentaria de los donantes, para que reciba fondos predecibles. Estos compromisos deberían ser obligatorios.
Las ONG internacionales deben:
Reforzar el apoyo a los mecanismos nacionales y locales de prevención y respuesta a las crisis alimentarias en vez de limitarse al suministro directo de ayuda.
Apoyar a las ONG locales para que participen en el diseño y ejecución de las políticas nacionales alimentarias, agrícolas y de protección social.
“Unas 100.000 personas mueren de hambre, o de sus consecuencias inmediatas, cada día. Un niño de menos de 10 años muere cada siete segundos y cada cuatro minutos otro queda ciego por falta de vitamina A. El orden mundial no es sólo asesino, sino absurdo, pues mata sin necesidad. Hoy ya no existen las fatalidades. Un niño que muere de hambre hoy, muere asesinado”. Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación.

LA SOLUCIÓN AL HAMBRE NO ES DAR MÁS, SINO ROBAR MENOS

Jean Ziegler es escritor, sociólogo, analista político y anticapitalista. Participa en el comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos. Ha escrito “El odio a Occidente” (Península).
Vivimos en un orden caníbal del mundo: (…) más de mil millones (casi una sexta parte de la humanidad) sufre malnutrición permanente. Y mientras tanto, las 500 mayores multinacionales controlaron el año pasado el 53% del PIB mundial. Esta oligarquía del capital financiero organizado tiene un poder como jamás lo tuvo un papa, un rey o un emperador. Creo que la ceguera y la arrogancia de los occidentales es total.
Este orden se basa en tres pilares. El primero es el dumping agrícola (exportar productos a un precio más bajo que en el propio país): la UE exporta productos agrícolas a África a precios muy bajos, lo que destruye la agricultura africana.
El segundo son los agrocarburantes: se queman millones de toneladas de trigo y maíz para proteger el planeta, para reducir las emisiones (…) en un planeta donde cada cinco segundos un niño muere de hambre es un crimen contra la humanidad...
El tercer pilar es la especulación bursátil de los grandes hedge funds («fondos de cobertura» fondos de inversión libre, también denominados instrumentos de inversión alternativa y fondos de alto riesgo) sobre el arroz, el trigo, el maíz, etcétera (…) los alimentos de base. Después de la crisis financiera de 2008, los grandes hedge funds migraron desde los mercados financieros a los mercados de materias primas. Se dedicaron, legalmente, a especular e hicieron explotar los precios de los alimentos básicos.
Las multinacionales son el poder principal en España, Francia y en todas partes. Los Estados de Europa son verdaderas democracias, donde los derechos humanos son respetados. Pero, fuera de Europa practican el fascismo externo, la ley de las multinacionales, que maximizan los beneficios con la explotación máxima de los recursos ajenos. Pero aquí, en el cerebro del monstruo, el pueblo existe con todos sus derechos: una sociedad civil con conciencia puede forzar la prohibición de quemar alimentos para fabricar biocarburantes, puede reformar la Bolsa, prohibir la especulación con materias primas...

POTENCIALIDADES Y DESAFÍOS DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

Por Santiago Álvarez Cantalapiedra, doctor en Economía Internacional y Desarrollo.
Dirige el CIP-Ecosocial.
Las prácticas económicas solidarias, que se presentan como alternativa al individualismo competitivo característico del comportamiento capitalista, no son nuevas. Han estado presentes –en mayor o menor grado según los momentos– en la acción y en la historia del movimiento obrero. El cooperativismo, las sociedades de socorro mutuo, el consejismo y la ocupación de fábricas han representado, junto a los partidos y los sindicatos de clase, formas de autoorganización y lucha de los trabajadores frente a los males provocados por el capitalismo industrial. (…) la iniciativa de los trabajadores libremente asociados representa una opción ante la economía política de la propiedad.
(…) En la actualidad asistimos a un renacimiento de experiencias que buscan construir espacios sociales y económicos ajenos a la racionalidad y formas de organización típicamente capitalista. A ello ha contribuido, sin duda, la emergencia de una sociedad civil mundial que, a través de foros de encuentro y redes de movimientos, nutre el intercambio y el diálogo entre las diferentes iniciativas que se elevan por todas las latitudes. En el Sur, particularmente en América Latina, la economía solidaria se ha visto impulsada por el descubrimiento del papel que desempeña la economía popular en la reproducción social y por el reconocimiento que merecen determinadas prácticas tradicionales de carácter comunitario presentes en realidades campesinas e indígenas; en el Norte, por su parte, resurgen a resultas tanto de la crítica a la ceguera del mercado en relación con las necesidades sociales como de la insatisfacción que provoca la gestión burocratizada de los servicios suministrados por el Estado. Por otro lado, la recurrencia de crisis económicas en el capitalismo empuja a experimentar entre los sectores afectados con estrategias basadas en la ayuda mutua y la reciprocidad como una vía alternativa de lucha contra el deterioro continuado de su bienestar (v.gr., mediante huertas, cocinas y comedores vecinales, empresas de inserción sociolaboral, colectivos de parados que impulsan iniciativas de autoempleo, cooperativas que promocionan la autoconstrucción, etc.).
(…) Por estas y otras circunstancias, se van abriendo paso en la actualidad numerosas iniciativas que –situadas muchas de ellas en los márgenes del sistema económico (en áreas improductivas ocupadas por trabajadores sin tierra, en vertederos donde se recupera lo que otros desechan, etc.) o en la esfera de reproducción doméstica que subyace a la del mercado (producción para el autoconsumo, de bienes relacionales,1 servicios de atención a mayores y cuidado de niños, etc.)– se convierten en campo de experimentación para colectivos que retoman aquí y allá el cabo suelto de la autogestión.
(…) En cierto modo, la economía solidaria es la prueba más evidente de que otra forma de economizar es posible. Otra economía es posible porque en las actividades económicas están presentes otras motivaciones, centralidades y propósitos que van más allá del interés propio como principio único de la conducta individual, del capital como factor central de impulso de la actividad y del lucro como única finalidad. La economía solidaria tiene la virtud de reconocer esa base plural en las motivaciones y estrategias de conducta (al lado del egoísmo y el comportamiento competitivo, también se encuentra la solidaridad y la actitud cooperativa); tiene la valentía de plantear la centralidad del trabajo en la economía; y goza de la clarividencia para no confundir la creación de riqueza con el objetivo del enriquecimiento privado.
(…) Asimismo, desde estas experiencias se apresura a reconocer que determinadas dimensiones (antropológicas, sociales y ambientales), habitualmente ocultas en la visión convencional de la economía, son condiciones fundamentales para el bienestar social, y que en la generación y gestión de este no basta con el mercado sino que precisan también del concurso de otras instituciones (Estado, comunidad y esfera familiar).
(…) La economía solidaria replantea el sentido y la finalidad de la empresa como institución social, lo que equivale a repensar sus fundamentos (esto es, cómo se combina el ejercicio de la libre iniciativa con los diferentes tipos de propiedad, con el carácter social del trabajo y las necesidades de la colectividad), sus normas de organización (en relación con la participación en la toma de decisiones y distribución de los excedentes) y sus principios de funcionamiento y responsabilidad (no sólo frente a propietarios y trabajadores, sino también frente a un círculo más amplio formado por proveedores, clientes y, en general, la comunidad en la que se inserta). La democratización de la empresa se contempla, desde esta perspectiva, como base para la extensión de un orden democrático más amplio.
Está por ver en qué medida ese vínculo entre autoorganización del trabajo y democratización de la sociedad es sólido y practicable.

LOS DERECHOS SOCIALES EN EL CONSTITUCIONALISMO DEMOCRÁTICO

Por Gerardo Pisarello. Profesor Lector de Derecho Constitucional. Área de Derecho Constitucional. Departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política. Facultad de Derecho. Universidad de Barcelona.

(…) La consideración del derecho como una técnica social supone admitir su condición profundamente histórica. (…) Su carácter instrumental le permite perseguir fines diversos, de acuerdo con las relaciones de poder que subyacen a su desarrollo.
Este punto de vista explica que frente al preocupante espectáculo de las desigualdades sociales (…), el derecho y el constitucionalismo puedan desempeñar una doble función:
a) Por un lado, pueden servir para tergiversar y ocultar esa realidad desigualitaria, orientando su fuerza normativa a disciplinar y reprimir los conflictos derivados de ella, e incluso incorporando a las constituciones remedios formales destinados a desactivar las protestas ciudadanas extrajurídicas o a cubrir de legitimidad la inactividad del propio poder público frente a las mismas.
b) Por otra parte, igualmente pueden constituir un instrumento eficaz para contener el deterioro del tejido social y la proliferación de aparatos coactivos privados, mafiosos. Dotado de garantías eficaces, el constitucionalismo puede servir para ganarles terreno a la discrecionalidad y la arbitrariedad, y en general para imponer controles sobre los poderes públicos y privados, garantizando de ese modo una serie de derechos fundamentales para todos los ciudadanos.
(…) Cualquier definición de derechos sociales depende del elemento que se tome como caracterizante. (…) En el caso de los derechos sociales, su relevancia jurídica y su complejidad estructural aparecen con mayor claridad si se los considera como derechos a prestaciones de bienes o servicios, principalmente frente al Estado, tendentes a satisfacer las necesidades básicas que permitan a los individuos desarrollar sus propios planes de vida. Esta dimensión prestacional resalta el carácter económico de los derechos sociales, cuya satisfacción exige una transferencia de recursos de los sectores más ricos a los más pobres y, por lo tanto, genera fuertes reticencias en aquellos cuando se pretende garantizarlos jurídicamente.
Claro que esta distinción no significa desconocer la importancia de los derechos de libertad de ejercicio colectivo en la conquista de derechos sociales. (…) Finalmente la sociedad no dispone de otra garantía que de sí misma; derechos como la asociación, la huelga o la libertad sindical, constituyen una vía irremplazable para evitar que los derechos sociales se minimicen o sólo puedan existir como concesiones ex principis, otorgadas desde el poder en un esquema corporativo, y no como conquistas ex populis, obtenidas desde abajo por los propios interesados.
(…) Los poderes públicos son los principales obligados a proveer una serie de bienes y servicios que los ciudadanos no podrían obtener del mercado. Con esa finalidad, deben llevar adelante una permanente tarea de redistribución y transferencia de recursos, fundamentalmente por vía impositiva, que les permita financiar esas prestaciones.
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que esta función acaba por frustrarse, si se deja librada a los designios inciertos y discrecionales de los poderes políticos. La aguda crisis de representatividad que afecta a los parlamentos actuales y a la administración en general, exige que la pretensión de certeza y previsibilidad que entraña el constitucionalismo, se traduzca en mecanismos jurídicos que sustraigan del regateo partidario el deber de garantizar derechos sociales básicos para todos (…).
Los poderes privados, de mercado, dominan por su parte el ámbito en el que se genera gran parte de los recursos susceptibles de satisfacer las necesidades básicas de las personas. Para el constitucionalismo liberal clásico, este espacio económico resultaba intocable. (…) Por eso, los derechos fundamentales se configuraban verticalmente, frente al Estado, al tiempo que se cubría el derecho de propiedad con garantías reforzadas.
El constitucionalismo contemporáneo ha venido a impugnar este modelo. La celebrada sociedad civil “autorregulada” ha revelado su rostro corporativista y mercantil, así como su potencial agresivo frente a los derechos básicos del resto de los ciudadanos. (…) En otras palabras, los derechos fundamentales ya no sólo se configuran verticalmente, frente al Estado, sino que extienden su fuerza obligatoria también horizontalmente, frente a terceros.
(…) El hecho de que la satisfacción de los derechos sociales exija tratar desigualmente a los desiguales, no implica que sus beneficiarios no sean, potencialmente, todos los individuos, y no los grupos o la comunidad en abstracto.
(…) En definitiva, aunque la prestación de los derechos sociales requiera a veces una diversificación estratégica, que obliga al legislador a clasificar la población en colectivos (trabajadores, ancianos, madres), en los que se presumen ciertas necesidades materiales, es preciso hablar de derechos tendencialmente universales y, por lo tanto, fundamentales.
Según este modelo, el derecho a prestaciones básicas no estaría condicionado a ninguna relación contractual previa, ni siquiera laboral. Más aún, en tiempos en que aparentemente se asiste a una crisis estructural de desempleo, ciertos derechos sociales básicos deberían dejar de concebirse como una indemnización estatal, ante la falta de trabajo para garantizarse, progresivamente y en forma incondicional, a todos los ciudadanos (…).
(…) El problema de los derechos sociales exige retomar un punto de análisis externo a los derechos constitucionales positivos, donde se cuestionen sus propios fundamentos políticos. En ese sentido, la crisis de los derechos prestacionales está íntimamente ligada a la crisis de la estatalidad misma del derecho, tanto en su dimensión social como en su dimensión nacional.
Los cuestionamientos a las implicaciones sociales del derecho vienen dados (…) por la preeminencia, en las últimas décadas, de una ideología neoconservadora que promueve una fuerte reducción de (…) la función promocional del derecho, en beneficio de su carácter represivo y disciplinador.
Frente a esta postura, (…) la necesidad de rehabilitar un constitucionalismo igualitario que entienda los derechos sociales como prolongación necesaria de los derechos de libertad y los garantice a través de una doble participación democrática, política y judicial, de todos los ciudadanos.
(…) Es preciso avanzar hacia un constitucionalismo global, ya anticipado en alguna medida por los diversos tratados y declaraciones universales de derechos humanos, que aseguren la vigencia de los derechos sociales y de libertad a escala internacional, con sus respectivas garantías. Este objetivo es técnica y económicamente viable. Para llevarlo adelante, resulta imprescindible el accionar de instituciones internacionales democráticas y la presión de una sociedad civil movilizada en términos planetarios. En esa dirección, resultan interesantes propuestas como las de Ignacio Ramonet de crear, a nivel mundial, una "organización no gubernamental por una tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos", en coordinación con sindicatos y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas. Medidas de este tipo podrían colaborar a disociar derechos de libertad e igualdad del concepto excluyente de ciudadanía nacional, para extenderlos progresivamente a todos los hombres y mujeres del mundo.